Ya hablamos de cómo conseguir clientes, pero realmente ¿qué viene luego? ¿qué cosas debemos considerar a la hora de tener una relación sana con nuestros clientes?
Cuando trabajaba como arquitecta, uno de mis jefes (del cual aprendí muchas cosas sobre cómo llevar una empresa, en general) me dijo lo siguiente: los clientes son las únicas personas que pueden despedirnos. Todo esto hace referencia a la importancia de la relación proveedor-cliente, visto desde la perspectiva de una persona que es el CEO de su propia empresa, emprendimiento, etc. Luego de varios años lidiando con muuuuuchos tipos de clientes y trabajos, me he dado cuenta que las buenas prácticas son más o menos las mismas, por lo que quiero dejarte acá 3 consejos que te ayudarán a abordar tu primer cliente de manera fácil y concreta, y te servirá de base para cultiva tus relaciones con ellos a la larga.
Ser profesional no es ser distante.
Creo que esto lo encontramos mucho en la forma que gestionamos nuestras comunicaciones escritas: a la hora de escribir un email, responder un mensaje por nuestras redes sociales, etc. Hay que ser profesional, sí, pero yo soy del parte en donde mi profesionalismo nace desde mi persona y yo soy más que un título profesional ¿se entiende? Cuando nos acercamos a un cliente desde un lugar cálido y humano, considero que las respuestas y la relación va mucho mejor.
Siempre me hago esta pregunta a la hora de reflexionar mi “voz de marca”: ¿De qué manera mi atención puede ser personalizada, sin salir del tono en el cuál me manejo en redes sociales?
La realidad es que detrás de Fabiring, hay una sola persona: Fabiana. He decidido vender mi marca y mis servicios como un esfuerzo individual. Y allí se reflejarán parte de mi personalidad, indudablemente. Por ello, coloco especial esfuerzo en la atención que le doy al primer mensaje que recibo por parte de un cliente (usualmente via Instagram), agradeciendo siempre por interesarle mi trabajo y decidir contactarme. Si estoy ocupada y no puedo responder al momento, lo hago saber antes de dejar el mensaje en visto, lo cual me lleva a mi siguiente punto…
Establece un horario de atención.
Sí, lo sé. No eres una tienda. Probablemente estés todo el tiempo online y disponible para todos. Sin embargo, no va a existir una diferencia si envías ese mail a las 2 am. Nadie lo va a leer, porque tu cliente si duerme. Lo que va a pasar, es que tu cliente va a saber que a esa hora estás disponible, asumirá que trabajas a cualquier hora y podrá pedirte cosas fuera de tu horario de atención.
Programa tus correos. Es una herramienta maravillosa que te ahorrará tiempo a ti y a tu cliente.
Hazte la pregunta: ¿te gustaría recibir un mail a las 3 AM? No lo creo.
Explica tu proceso y tus tiempos.
¡En una relación es super importante la comunicación! En verdad ayuda jamás suponer que un cliente está familiarizado con la forma en que trabajas, cómo lo haces y tus tiempos.
Debemos enseñar a nuestros clientes, de manera paciente, sobre la forma en que trabajamos. Para ello siempre esta bueno coordinar una reunión o videollamada (because Pandemia), en donde podemos mostrar un proyecto de alcance similar (si aplica) y explicar el proceso a través de una línea de tiempo que indique claramente cuando recibirá X, cuando deberá pagar Z y así.
Te recomiendo crear un formato base para tus clientes regulares, en donde ambos puedan hacer seguimiento de los trabajos realizados a través de una base de datos como Google Sheets, Airtable, etc. Cuentas claras, conservan… clientes 😉
Espero que puedan aplicar estos consejos. Soy muy afortunada de trabajar con clientes maravillosos, en donde también me he dado la oportunidad de aprender de ellos, de sus procesos y herramientas para potenciar mis servicios. En verdad, creo que es hora de pensar que trabajar con ellos se ha convertido más en una especie de alianza que otra cosa. Los diseñadores y cualquier creativo en general, solemos hacer highlights de los clientes horribles (clients from hell) y sus incompetencias, pero creo que también tenemos que destacar que sí existen los clientes buenos, que quieren realizar lo mejor de lo mejor y ¡pagan!
¡Ánimos y a por esos clientes!
Los leo,